El mundo de la decoración comercial ha sufrido una evolución constante en los últimos tiempos. Las tendencias actuales marcan una preferencia por estilos de corte minimalista e industrial. Estancias amplias, vigas, ladrillos y tuberías a la vista, el uso del espacio como un elemento decorativo principal e incluso ciertos tics retro y vintage están más de moda que nunca. Como bien sabéis somos unos firmes defensores del reciclaje, la reutilización y el «hazlo tú mismo». El mobiliario del local y el escaparate son para nosotros el terreno de juego ideal para dar rienda suelta a ese lado creativo. En realidad la fórmula es bien sencilla: tener siempre la mente abierta a esa «idea inspiradora», y la caja de herramientas a mano. Lo cierto es que no tenemos nada en contra de las tiendas de muebles, pero no se puede negar que esos objetos construidos con tu esfuerzo tienen algo especial y por encima de todo, son únicos. Así que, aun a riesgo de que este post tome cierta deriva «bricomaníaca», nos gustaría contar la pequeña historia detrás del mobiliario de nuestra tienda.
Siempre hemos pensado que el 90% del mérito de la construcción de un mueble DIY está en tener la idea, porque la ejecución siempre acaba saliendo de un modo u otro a poco que se sea perseverante. De todos modos, hoy en día internet nos lo pone muy fácil. Una búsqueda sencilla y al momento nos encontramos con miles de ideas a las que poder hincar el diente y adaptar a nuestras necesidades o gustos. Y qué decir de la ejecución. Todos aquellos que se escondían detrás del «yo no sé ni cambiar una bombilla» se quedaron sin excusa el día que se inventaron los tutoriales.
Respecto al material a reutilizar las posibilidades son innumerables: piezas de madera, palets, bobinas, cajas de fruta, puertas, ventanas, neumáticos, envases y en general, cualquier elemento al que la imaginación sea capaz de dar una nueva vida. En nuestro caso la principal fuente de material proviene de otra de nuestras aficiones, que no es otra que perdernos por los montes que salpican nuestra geografía.
No es difícil encontrar árboles derribados por alguna tormenta para hacerse con unas buenas ramas que hagan las funciones de percheros. En este caso el proceso es sencillo: cortar las ramas según la medida deseada, pelarlas con ayuda de un formón, dejarlas secar bien, lijarlas con grano fino para que queden bien lisas, aplicar un tratamiento contra la carcoma que proteja la madera, dejar secar de nuevo y finalmente, aplicar una capa nutriente de aceite de linaza. Una capa ligera de aceite conseguirá algo de brillo manteniendo la belleza de la veta de la madera, si aplicamos más aceite una vez que la madera esté saturada y no sea capaz de absorber más, lo que conseguiremos será una capa exterior más brillante tipo barniz. Este es el tratamiento que elegimos nosotros, por supuesto hay muchas más posibilidades como dejar la madera con su corteza o aplicar pintura o barniz.
Para nuestras lámparas colgantes utilizamos nuevamente partes de árboles caídos, en este caso estructuras enteras de ramas principales y secundarias. Esta vez dejamos la corteza y aplicamos sobre ella tanto el tratamiento protector como el nutriente. Para la instalación eléctrica se necesita: un florón múltiple (con tantas salidas como bombillas queramos colgar), que es la parte que va fijada al techo, los metros de cable necesarios (el que más nos gusta es el llamado «cable textil», que ofrece un montón de posibilidades en cuanto a trenzados y colores) y por último, casquillos y bombillas (nuevamente hay multitud de opciones en cuanto a precios y diseños).
Otro de los elementos de los que más orgullosos nos sentimos es nuestro mostrador. En esta ocasión utilizamos tanto piezas de madera reutilizadas de muebles viejos como otras compradas para completar la estructura. El montaje es sencillo si se dispone de algunas herramientas básicas como sierra de calar, taladro o atornillador eléctrico. Para resolver el frontal y los laterales utilizamos el elemento que más nos gusta del mueble:las chapas. Se trata de una chapa de acero laminado en caliente conocida como «chapa negra». Es un material basto y poco tratado que se utiliza, por ejemplo, para cubrir provisionalmente las zanjas de las aceras en obras. No es difícil de encontrar en desguaces, chatarrerías o zonas industriales abandonadas (este fue nuestro caso). Su manipulación no es sencilla ya que dependiendo del grosor puede ser muy pesada. Para el corte puede utilizarse una sierra amoladora con su disco correspondiente y para realizar los agujeros que servirán para fijarla a la estructura de madera, hay que utilizar un taladro potente con su broca correspondiente y buenas dosis de paciencia. Es interesante que la superficie esté oxidada para que el resultado final tenga más encanto. Nosotros las lijamos cuidadosamente hasta dejarlas bien lisas, eliminamos con un paño el polvo del óxido y le dimos una capa de aceite de linaza a modo de barniz (hay un montón de tutoriales en Internet sobre cómo tratar este tipo de chapas, con resultados sorprendentes). Para cubrir la madera utilizamos una capa de pintura decorativa efecto metal. Hay gran variedad de tonos y acabados, y el efecto interesante está en que, con una capa fina, se consigue el efecto metálico conservando debajo la propia veta de la madera. Para la superficie del mostrador optamos por un cristal de seguridad con cantos redondeados.
Para la última de nuestras «creaciones», a la que llamamos «papamóvil» por su forma cúbica, utilizamos un palet de madera abandonado al que dimos una capa de la pintura efecto metal, una estructura a partir de tuberías de cobre y unas simples ruedas. El resultado nos dejó tan satisfechos que lo utilizamos para exhibir las novedades, avances de temporada y esas prendas que nos enamoran.
Nos despedimos por hoy, prometiendo que en el próximo post hablaremos solamente de moda, y recordando aquella frase televisiva: «¿Veis como quien no hace esto es porque no quiere?»
Ya sabes que una de las cosas que más me gustan y que da un toque especial a la tienda es la decoración. Me ha encantado saber cómo hicisteis cada pieza.
Un abrazo,
Tamara
Muchas gracias Tamara, sabes que siempre eres bienvenida.