Hace no demasiado comentábamos en una entrada bajo el título «You got the power« que los consumidores a menudo no somos conscientes de las consecuencias y de las implicaciones de nuestros hábitos de consumo. De hecho, podría decirse que en el contexto actual nuestra capacidad para provocar impacto en el mundo que nos rodea actuando como meros ciudadanos está cada vez más en entredicho. En cambio, como consumidores tenemos diariamente la oportunidad de decidir qué barrio, qué ciudad y qué mundo queremos. ¿Exagerado? En absoluto.
Si anteriormente nos referimos a la importancia del «qué» compramos, esta vez toca detenerse en el «dónde». No está en nuestro ánimo escribir un post anti-nada, pero desde luego sí lo está el mostrarnos decididamente «pro». Pro-comercio local o comercio de proximidad. En nuestros tiempos, no podemos evitar que el precio sea un factor determinante, sin embargo existen una serie de ventajas del comercio local que todos como «compradores soberanos» deberíamos conocer.
El factor humano
En ningún otro sitio conocerás en toda su extensión el significado del trato personalizado. Te beneficiarás del consejo experto de ese profesional que acumula años de experiencia en su sector. El comerciante de toda la vida conoce tus gustos porque para él eres su cliente, no otro usuario anónimo. Es muy probable que sea tu vecino y que os saludéis por el nombre al cruzaros por la calle. Al igual que a ti, le preocupa su entorno, porque su barrio y su ciudad son su hogar (y el tuyo).
Comercio verde
Otra de las fortalezas del pequeño comercio es que tiende a ser más sostenible. Su cercanía ayuda a reducir los costes ambientales en todos sus procesos, tanto de producción como de venta. No es necesario utilizar el vehículo para ir a comprar, lo que además de menos contaminante es más agradable. Frecuentemente los productos de este tipo de comercio realizan menos kilómetros desde el lugar de origen al utilizar redes de proximidad. Esto nos dará la oportunidad de conocer mejor el origen de los productos que compramos o de las materias primas con que están fabricados.
Act local
Probablemente el mayor valor añadido del pequeño comercio se encuentra en su carácter dinamizador de la economía local y fortalecedor de los lazos comunitarios. El comercio local contribuye a humanizar las ciudades al crear un entorno más vivo, agradable y seguro en nuestros barrios. Los ciudadanos son más proclives a establecer lazos asociativos generando un mayor grado de cohesión social. Nos será más fácil encontrar establecimientos que apoyen a artesanos o creadores y que incluso ayuden a conservar oficios tradicionales. Por si esto fuera poco, el beneficio obtenido revierte en mayor medida en la comunidad cercana, volviendo al circuito y ayudando a los vecinos a mantener un empleo digno.
La Directora del Observatorio de Economía Solidaria, Anna Carballo, nos da una clave importante:
Los ciudadanos disponemos de una herramienta con un potencial todavía inimaginable, el consumo. Decir que la economía mueve el mundo tiene que significar, en algún momento, que somos nosotros quienes lo movemos.
¿Ha llegado el momento?
Vía: Kireei