Sábado 3 de febrero de 2018. En Madrid se celebra el salón internacional de la moda MOMAD-Metrópolis. A las 11:45 está programado el taller «materias primas sostenibles». Enseguida se hace evidente que el organizador ha tenido un error de cálculo, el público ocupa hasta el último rincón de la sala 1 que se queda diminuta en pocos minutos.
Gema Gómez es comunicadora, coach y «conversa». En la presentación describe su camino desde el «lado oscuro» de la moda hasta su progresiva concienciación sobre el impacto de la industria textil que desembocará finalmente en la fundación de Slow Fashion Next. Durante la siguiente hora, el auditorio no perderá detalle de las claves que irá desgranando con detalle; datos demoledores que todos deberíamos conocer.
Economía circular
El actual modelo económico se basa en la llamada economía lineal; se resume en un ciclo de “tomar, hacer y desechar”. Es reflejo de una época en la que los recursos y la energía se creían ilimitados y eran fáciles de obtener. Ahora conocemos que sus consecuencias medioambientales lo hacen insostenible.
La economía circular se propone como la alternativa lógica y viable. Pretende conseguir que los productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en todo momento o lo que es lo mismo: residuos cero. Una de las claves de este modelo es pensar en «sistemas»: la capacidad de comprender cómo influyen entre sí las partes dentro de un todo y la relación del todo con las partes resulta fundamental. Los elementos se consideran en relación con sus contextos medioambientales y sociales. Esta propuesta lleva desarrollándose décadas y sin embargo está lejos de ser realidad. A nadie se le escapa que los grandes poderes económicos están detrás. Una vez más debemos recordar nuestro rol: como consumidores podemos premiar a las empresas que realmente se impliquen.
Los tejidos
Actualmente la industria de la moda está completamente sumergida en la economía lineal, especialmente si nos referimos a la “moda rápida”. Para saciar nuestro apetito consumista las grandes empresas producen barato y rápido, consumiendo una ingente cantidad de recursos y produciendo sustancias contaminantes en todos los tramos de la larga cadena productiva. El producto final nos cansa rápido y su resultado es una creciente montaña de residuos eternos. Las cifras en lo que respecta a las fibras más comunes son tan contundentes que aturden.
- Poliéster: es la fibra más usada para hacer ropa en el mundo, por lo que cada año se usan 70 millones de barriles de petróleo en ella. Tardará más de 200 años en descomponerse según los expertos. Recientemente se ha descubierto que a su paso por la lavadora desprende unos micro-plásticos que tras circular por ríos y mares vuelven a nosotros, esta vez para ser ingeridos en forma de peces y crustáceos. Es reciclable (de hecho, el poliéster reciclado es considerado una fibra sostenible), sin embargo, con frecuencia su combinación con otras fibras imposibilita por completo su reciclado, ya que la industria aún no ha desarrollado la tecnología necesaria para separarlas.
- Algodón convencional: se estima que es el responsable de un 2,6 % del consumo mundial de agua, impacto que se nota en los países en los que se produce, provocando procesos como desertización y desaparición de especies de plantas y animales. Usa cerca del 25 % de los insecticidas fabricados en el mundo y más del 10 % de los pesticidas.
En realidad, no hay porqué utilizar estos tejidos más allá de la cultura del «más rápido, más barato…más beneficios». MADE-BY, es una organización cuya misión es «convertir la moda sostenible en una práctica habitual». En la tabla de sostenibilidad de los tejidos que han elaborado encontramos al algodón orgánico en la «clase B». En su cultivo no se utilizan insecticidas, pesticidas ni fertilizantes químicos, se favorecen los ciclos naturales de la tierra y no se usan sustancias tóxicas en los procesos de hilado y producción, así que la dsitancia respecto a su pariente convencional («clase E») está más que justificada. Hay otras fibras menos comunes que producen menos daño al entorno que algodón y poliéster, como el cáñamo, el lino o los filamentos de fibra de carbono (PLA) utilizados en las impresoras 3D. Los campeones de la sostenibilidad («clase A») son en su mayoría tejidos reciclados, porque son los que cierran el bucle de la economía circular creando producto a partir de residuo, sobresaliendo entre ellos los que utilizan medios mecánicos en el proceso de reciclado (siempre menos nocivos que los químicos).
Gema Gómez (Slow Fashion Next):
«Necesitamos fibras innovadoras que produzcan valor y no daño»
La esperanza
Afortunadamente son muchas las personas y organizaciones que como Slow Fashion Next o MADE-BY son conscientes del reto que supone para la humanidad cambiar los paradigmas que rigen en la actualidad la industria textil. No podemos olvidar que comercio justo y sostenibilidad son dos caras de una misma moneda, así que, organizaciones como Clean Clothes Campaign, que se esfuerzan por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de la industria de la moda son más necesarias que nunca.
Compromiso
Desde nuestra modestísima posición somos conscientes de la necesidad de avanzar por el cámino de la sostenibilidad. Por ello, estamos orgullosos de contar entre nuestra oferta con marcas como: People Tree, Insane in the rain, *Ananás o Deus Ex Machine.