A finales de 2019 el virus ya estaba entre nosotrxs pero nadie podía imaginar lo que se nos venía encima. Sin embargo, algunas producciones cinematográficas ya habían adelantado escenarios similares en sus tramas. El caso más comentado es el de Contagio (Steven Soderbergh, 2011). Su visión de lo que años más tarde nos tocaría vivir es tan realista que recientemente IMDB eliminó en su descripción la mención al género de ciencia ficción.
Durante los últimos años han proliferado las películas y series de ciencia ficción basadas en mundos distópicos, probablemente una de las más conocidas es la galardonada Black Mirror. En esta misma línea de serie de antología en la que los episodios son independientes entre si pero siguen un mismo hilo conductor, vio la luz en 2017 Philip K. Dick’s Electric Dreams. En este caso, cada capítulo está basado en uno de los relatos del ya fallecido escritor estadounidense, autor de la obra Do androids dream of electric sheep?, que sirvió a su vez de inspiración para la mítica Blade Runner (Ridley Scott,1982).
Autofac es el segundo episodio de Electric Dreams. En él se describe un panorama post-apocalíptico en el que enormes fábricas controladas mediante inteligencia artificial dominan el mundo, crean y distribuyen productos que nadie necesita, contaminando y consumiendo ingentes recursos para continuar su producción a toda costa. Afortunadamente parece una realidad difícil de materializarse a corto plazo, principalmente porque es consecuencia de una guerra nuclear. Sin embargo, hay algunos aspectos de esta pesadilla futurista que pueden no encontrarse tan lejanos.
Mucho se ha hablado del destino al que parece estar abocado el comercio local, especialmente durante el confinamiento. Las grandes plataformas de distribución online, que ya venían empujando poco a poco a las tiendas físicas hacia el abismo, han sido las grandes beneficiadas de este periodo. Pero también hemos percibido, como una bofetada en la cara, la necesidad de un sistema de salud sólido, que a su vez, no debemos olvidarlo, es sostenido gracias al esfuerzo de lxs comerciantes locales (entre otrxs muchxs contribuyentes). La ecuación es muy sencilla: el gasto en el comercio local revierte en la economía local. El otro… ya tal.
#nolugares
También hay quien opina que los grandes trasatlánticos de la distribución por Internet son simplemente más baratos, y ante eso poco se puede hacer. En realidad, lo que suele ocurrir es que venden más barato que la competencia los productos que son más demandados en un momento concreto, «metiendo el sablazo» en el resto y creando así una falsa percepción de precios bajos. En cualquier caso, aunque diéramos por buena esa afirmación, deberíamos preguntarnos: ¿cuál será la futura política de precios de una empresa cuando tras triturar a la competencia se convierta en cuasi-monopolista?
La buena noticia es que todas las respuestas están al alcance de nuestra mano, porque como consumidores tenemos el poder de evitar que, al menos por esta vez, la realidad supere a la ficción.
Como paradoja final recordaremos que Electric Dreams se distribuye a través de Amazon Prime, se estrenó el año que Amazon creó la tienda automatizada sin vendedores y la entrega de paquetes con drones ya está aquí. Si esto no es un guiño perverso o bromista se le parece mucho (vía Yorokubu).